sábado, 2 de abril de 2016

El poeta José Ángel Valente

José Ángel Valente (Orense 1929 - Ginebra 2000) es mi poeta favorito. Uno de sus mejores libros es Fragmentos de un libro futuro, su obra póstuma y que cierra con un haiku maravilloso, enigmático y de una enorme profundidad, y en el que de una manera inquietante parece como que el propio autor intuye su muerte próxima. Dice así:

Cima del canto,
el ruiseñor y tú
ya sois lo mismo

Todo este breve poemario está escrito en este tono místico, esencial. Su lectura me inspiró la ilustración de algunos poemas del libro, aunque esto en principio pueda parecer una contradicción, por la propia condición de la poesía y más aún tratándose de un poeta, aquí místico, metafísico, como Valente.

Ahí van algunas muestras:








viernes, 1 de abril de 2016

Imre Kertész


Foto: Antonio Moreno

Me ha sorprendido la muerte de Imre Kertész. Y digo que me ha sorprendido, pues me ha apenado conocer la desaparición de un escritor cuya lectura me impresionó, me dejó una huella profunda. Ya sé que se ha hablado mucho del holocausto y que a muchos les molesta pues este discurso se ha apropiado de la barbarie, dejando de lado otros muchos genocidios que sufre la humanidad.
Me refiero a la pequeña novela Sin destino. Es una obra autobiográfica en la que Kertész relata el paso de un niño por Auschwitz y del que salió milagrosamente vivo, gracias a la inmensa voluntad de vivir que tiene un niño y a su enorme capacidad para la picardía y la supervivencia. Esa mirada del horror desde la mente de un niño me impresionó mucho. 
Pero recuerdo sobre todo el final del libro, cuando el chico retorna a casa, si no recuerdo mal en un Budapest devastado por la guerra, para encontrase con lo que queda de su familia. Es recibido en su propia casa con frialdad y un punto de desconfianza, incluso de incomodidad, como diciendo: ¡vaya hombre, no contábamos con esto! Durísimo. Como diría Javier Cercas, en su excelente nuevo ensayo, este es el punto ciego de la novela, el enigma, una pregunta sin respuesta sobre nuestra esencia como seres humanos, que nos deja desolados en el fondo del abismo.

jueves, 31 de marzo de 2016

Paisatge gris



Paisatge gris

Llisca l’aigua a la llosa gris
fins un mar que és quiet i gris
que n’és de plomís el mar i la pedra gris
gris, gris, Cadaqués és gris!

Ha plogut sobre el paisatge gris
la terra s’obre com un sexe
i exhala perfums de farigola, gola
gris, gris, com n’és de plomís
i gris, Cadaqués és gris!

Paisatge gris adormit
llunyans horitzons d’entreclaror
lluents pissarres, brillants de llum
foradades lloses de mitològic mineral
que llisquen grises fins el mar ensopit
Cadaqués és gris, molt gris!

Soledat de silencis que parlen
del murmuri dels crustacis
en llargues processons pels fons marins,
dels lleus moviments de les algues
sensuals en les aigües transparents,
sentor d’alguers podrits que venen dels somnis...
Quin deliri és la cala de Cadaqués!
  
Grisenc el cel cadaquesenc
gris-gris després de la pluja gris
obre efectes de llum
sobre un cel desfermat
i trenca el mirall del mar
gris, gris, Cadaqués és gris!

Cap soroll pertorba la grisa tarda
i entre el gris del cel,
el profund gris de les lloses,
i el gris-gris del mar tranquil,
sura metafísic, geomètric,
blanc Cadaqués, llum sobre gris.


sábado, 26 de marzo de 2016

Belchite



Belchite

Sobre el campo infinito de la estepa aragonesa
se yerguen, solitarias y tristes,
las mudas pruebas de la infamia de la guerra.

El atroz lamento de las numerosas víctimas
brota aún de sus desoladas ruinas
¡Aquí un día, la barbarie se dio cita!

Todavía resuenan los gritos de espanto
a través de las desvencijadas puertas,
que ya no se abren más que a amontadas ruinas
y al cielo raso de sus caídos techos
por los que la radiante luz del cielo inmenso de Aragón
alumbra los restos del odio y de la ira.

Ya no juegan alegres los niños en sus calles.
Sus voces coloristas y chillonas
se trocaron en lloros de desesperación y muerte
¡Ay como se ceba la guerra en su inocencia!

Contemplo hoy emocionado, el dolor
que estas gentes vivieron en el pasado
y con las que se despidieron de este mundo.
¡Qué triste, qué triste que es la guerra!

Era final de verano y un calor implacable
redoblaba el castigo sobre un infierno de fuego y polvo.
Atrapados en la mortal celada de sus propias casas
sufren su agonía niños, mujeres y hombres de Belchite.

Una lluvia macabra de proyectiles se cebaba sobre ellos:
Restalla la luz en los interiores destruidos
para señalar el perfil de la muerte, el pavor y la agonía.
¡Qué triste e infame es la guerra!

Los muchos murieron sepultados
por el intenso bombardeo al que fueron sometidos,
otros tantos por el fuego cruzado de ambos contendientes
que, en una borrachera de muerte, tomaban casa a casa
y los que no, de hambre y de sed por el asedio sufrido.

Hoy humean en Siria idénticos perfiles destrozados,
los mismos paisajes desolados de destrucción y muerte,
lloran niños y mayores, el mismo aciago destino.
Aquí como allá, se sepultaron idénticas ilusiones.

Miles de humanos perdieron en Belchite
su vida en una lucha fratricida.
¡Aquí un día, la barbarie se dio cita!

Pueblo fantasma y sobrecogedor
donde aún resuenan los llantos y gimen de dolor
los protagonistas del horrible sacrificio.
Centenares de cadáveres permanecen
enterrados bajo la dura tierra y los escombros
en un dantesco camposanto.

Que la memoria guarde para la historia
la inútil hecatombe de Belchite
con la ingenua intención, me temo
¡ay humanos!
que la tragedia no vuelva a repetirse.



sábado, 19 de marzo de 2016

Pintar la tristeza


Leyendo Herejes de Leonardo Padura, reparo en una escena magistral del libro que, casualmente, me devuelve al cuadro Melancolía de Degas. La escena se sitúa en el taller de Rembrandt, en dónde el maestro alecciona a su discípulo sefardí Elías Ambrosius Montalvo de Ávila sobre el arte supremo de pintar. Dice así:


“Antes de mojar el pincel debes tener una idea de a dónde quieres llegar. Aunque no sepas cómo vas a hacerlo…Yo hoy quisiera llegar a la tristeza que hay en el alma de un hombre de cuarenta años. Quisiera descubrirla, porque es una tristeza nueva… No es lo mismo el dolor que la tristeza, ¿lo sabías? Tengo mucha experiencia en el dolor, como en la ira, en el desengaño, en la frustración…, y también en el goce del éxito, aun cuando los demás no lo hayan entendido y me estén dejando en el borde del camino… Lo cual no resulta extraño… Pero la tristeza es un sentimiento profundo, demasiado personal. La alegría y el dolor, la sorpresa y la ira son exultantes, cambian el rostro, la mirada…, pero la tristeza lo marca por dentro. ¿Dónde crees que puedo encontrar la tristeza?” Elías Ambrosius respondió de inmediato, satisfecho de su sagacidad: “En los ojos. Todo está en los ojos”. El maestro negó con la cabeza. “¿Todavía crees que sabes algo…? No, la tristeza no. La tristeza está más allá de los ojos… Hay que llegar al pensamiento, al alma del hombre para verla y hablar con esas profundidades para intentar reflejarla…” El maestro mojó el pincel en el pigmento amarillo y comenzó a marcar las líneas de lo que pronto comenzó a ser una cabeza. “Por eso pocos hombres han logrado retratar la tristeza… Un hombre triste nunca miraría al espectador. Buscaría algo que está más allá de quien lo observa, una huella remota, perdida en la distancia y a la vez dentro de sí mismo. Nunca miraría hacia arriba, buscando una esperanza; tampoco hacia abajo, como alguien avergonzado o temeroso. Debe tener la mirada fija en lo insondable… El rostro levemente inclinado hacia dentro, la luz no demasiado brillante en la mejilla que da al espectador, los párpados bien visibles… para hacer que el rostro resalte y puedas concentrar la fuerza en él, lo mejor siempre ha sido un fondo marrón oscuro, pero nunca negro: la profundidad de la atmósfera se correspondería con la profundidad de los sentimientos, los reiteraría y acabaría con su misterio… Dime, muchacho, ¿te sientes capaz de pintar mi tristeza?” “Voy a intentarlo, con su permiso…”

viernes, 18 de marzo de 2016

Los olvidados


Espero que os guste este poema, que viene bastante a cuento, y que compuse en junio de 2014. Está ilustrado con el dibujo escalofriante de un niño que ha sufrido la guerra de Siria. Si queréis ver como los niños expresan esta catástrofe en sus dibujos, visitad la web Jadaliyya:


Los olvidados

Caminan los olvidados al margen del mundo
y arrastran su encallecida pena
ante la indiferencia de los otros.

Saben que deberán soportar ellos solos
el estigma de su injusta condición.

Los agravios que sufren
se han convertido en culpa
que los elegidos, en un lacerante cinismo,
¡encima!,
les reprochan.

jueves, 17 de marzo de 2016

Los delincuentes asaltan el Estado


Estamos asistiendo inquietos, aunque impávidos, al saqueo del Estado por parte de delincuentes. Sí, ya sé que para muchos puede sonar a exageración, pues parece increíble que esos individuos que hemos aupado al poder, tan seductores ellos cuando explican la cantidad de cosas buenas que harán por nosotros, sean capaces de tal cosa. Pero es así, no es un delirio ni una pesadilla. ¡Nos están saqueando ante las propias narices y somos impotentes para hacer nada!

Ya lo vaticinó Manuel Castells en su excelente libro La Era de la información (1997) hace casi veinte años: Las bandas de delincuentes asaltarán los estados y los saquearán, decía el prestigioso profesor. El primer ejemplo fue Rusia. Ahí están, impunemente disfrutando de los frutos de sus crímenes. Los grandes oligarcas rusos son hoy respetados ciudadanos. Recuerdo la sorpresa que me causó su lectura. Los que hemos nacido en una época en la que nos inculcaron que el Estado es como nuestro segundo padre, no podíamos dar crédito a una información tan contundente. ¡Pero ya ha llegado! ¿Quién iba a decirnos que su progresivo debilitamiento y saqueo era tan inminente?

Hoy es noticia en la prensa que el expresidente de Brasil, Lula da Silva, vuelve al gobierno como ministro para evitar su detención por corrupción. Ya os digo: se ríen de nosotros. Ahora, ni tan siquiera se esconden. Con toda la cara, sin ningún tipo de pudor y vergüenza, utilizan las prerrogativas del estado de derecho para permanecer impunes. Veréis… la historia es la siguiente: Lula da Silva, su lugarteniente Dilma Rousseff –presidenta actual—y todo el aparato de sinvergüenzas que los acompañan, saquearon, mientras estuvieron en el poder, la gigantesca compañía Petrobras. Un monstruo del sector petrolero y uno de los buques insignia de la economía brasileira. Ahora, la justicia sigue sus pasos y, ante la evidencia de que los sabuesos ya les husmean los talones, los sicarios aforan precipitadamente al jefe del gang para evitar que rinda cuentas ante la justicia.

Ya veis. En todos lados pasa igual. Es una epidemia global. Aquí asistimos también a espectáculos bochornosos, aunque con requiebros un poco más barrocos, pues somos gente mediterránea. El último sainete al que nos somete la tropa que aquí manda, en funciones, es el de Rita la fallera. Parece un personaje recién escapado de una de esas monumentales y grotescas fallas. Ella es la espectacular mascletá que cierra la esperpéntica temporada. ¡Es que no sólo nos roban, es que además nos toman el pelo!¡Se ríen de nosotros en la cara! El desfile de personajes de la corte de los milagros, gurteleros valencianos y sus secuaces púnicos madrileños, pone los pelos de punta: a mí me recuerdan esos corrillos de pícaros típicos de la literatura del siglo de oro, o de esos personajes que aparecen en El lazarillo de Tormes, tan conseguidos, que con un ojo tuerto y haciéndose pasar por desvalidos miserables eran capaces de retirarte los calzoncillos sin sacarte los pantalones. ¿Habéis visto al pícaro Rafael Hernando, portavoz de los tunantes, con que desparpajo que nos larga sus patrañas? Es este un elemento directamente salido de un cuadro de goya, con sus muecas y sus gestos, que apenan esconden su turbia catadura.  Pero el rey del cinismo es Don Mariano, capitán de la partida de truhanes. Hay individuos que producen repelús y este es uno de ellos. Es un tipo francamente mediocre, incompetente, ignorante y resentido; ¡una bomba de relojería! Estos personajes son los más peligrosos de todos, pues parece que no hayan roto un plato y, en realidad, nos han puesto la casa patasparriba. Da miedo. Si este tipo sigue por más tiempo en la presidencia, este país acabará mal. Os lo digo yo.