domingo, 17 de abril de 2016

Nuestra conciencia y las tragedias humanitarias



Rescato de mi dietario esta nota que escribí el 21 de abril de 2015, hace ahora justamente un año. Parece que no haya pasado el tiempo. Dice así:

Tragedia humanitaria en el Mediterráneo. Miles de personas pierden la vida ahogados en el mar tratando de alcanzar Europa. Los mueve la ilusión y el afán de prosperar. Huyen de países en donde son perseguidos o dónde simplemente no tienen ninguna oportunidad. Es desasosegante. Italia, que es quien ha afrontado la responsabilidad del rescate, está desbordada. Pide socorro a la Unión Europea. Silencio. Una vez más Europa no da la talla, y mira para otro lado. Renzi pide auxilio a EEUU. ¡Qué vergüenza, qué enorme decepción!
Un ciudadano común de hoy dispone de mayor información que el hombre más poderoso del mundo de hace, apenas, 100 años. Este hecho supone una inmensa carga emocional y de responsabilidad ética para un individuo decente, pues su conciencia se encuentra zarandeada por múltiples conflictos que ocurren en cualquier rincón del planeta y que, en mayor o menor medida, acaban haciendo mella en él. El desasosiego se produce como consecuencia de no disponer de los mecanismos para reaccionar ante estos hechos y pasar a la acción para darles algún tipo de solución. Bien al contrario, los ciudadanos informados, y responsables, vemos con impotencia y frustración como nuestros gobiernos y nuestras instituciones ignoran todos estos problemas, por no decir que en muchos casos están en el origen y son la causa de muchos de ellos. La humanidad se encuentra en una encrucijada: los retos son ingentes, enormes. Quiero creer que las nuevas generaciones serán capaces de asumirlos y desactivar los complejos conflictos y problemas pendientes, que han convertido a la humanidad en una olla a presión a punto de estallar.

jueves, 14 de abril de 2016

La segunda república



Hoy se celebra la proclamación, hace ahora 85 años, de la segunda república española. Yo creo que vale la pena brindar por ella. Duró sólo cinco años, tuvo sus más y sus menos… es verdad. Pero no cabe duda que fue un instante luminoso de nuestra historia. Yo creo que a partir de aquel momento España entró en la modernidad. ¿Qué era España hasta entonces? Un país atrasado, en muchos aspectos anclado en el pasado, casi medieval. ¿Cómo vivían sus gentes? Mal. Había profundos desequilibrios sociales, una parte muy importante de los ciudadanos vivían miserablemente. No hay más que ver las imágenes que han llegado hasta nosotros de esa época, de cómo vivían y qué aspecto tenían las gentes para ver las penurias por las que pasaron nuestros ancestros.

La república representó para muchos la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida y sus derechos. Los acomodados no estuvieron dispuestos a perder sus privilegios. Así estallo una revolución social que daría paso a lo que todos conocemos.

Sin la república, no se hubieran conquistado muchos de los derechos que disfrutamos hoy. Por ejemplo, el reconocimiento de la igualdad de la mujer, la libertad de enseñanza y tantos otros. Le debemos mucho a la segunda república y, por lo tanto, creo que es de justicia rendirle un homenaje.

Esto me da pie a repensar, de nuevo, si monarquía o república. La verdad es que mi corazón es republicano. ¿Cómo podía ser de otra manera? Esa es la forma de gobierno homologada con la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los ciudadanos. Durante la transición, me conformé con la monarquía constitucional. Estábamos por la labor de aplicar la ley de la ventaja y no poner obstáculos a una democracia en ciernes. Hoy, visto lo visto, si pudiera votar sobre esta cuestión, votaría sin dudarlo por la república. Entre otras cosas, a parte de las razones ideológicas que acabo de expresar, porque no me gusta la actitud de Felipe VI. Con él vuelve a respirarse el tufillo de suficiencia y petulancia de los reyes del pasado. ¿Es realmente un rey para todos? Lo dudo. Me parece muy decantado hacia el sistema injusto imperante, al lado de los poderosos… como siempre. Y, ¿qué decir de su posicionamiento en la cuestión catalana? Lo veo yo también muy españolista. Una silenciosa e impostada indiferencia, que puede confundirse con desdén. En todo caso ningún gesto. Ninguna implicación. Esto me indigna.

Sí, lo tengo claro: yo ahora votaría, definitivamente, por la república.

miércoles, 13 de abril de 2016

Yo sostengo...

Sostengo que, en España, es muy difícil formar un gobierno si no se tiene en cuenta a Cataluña. Ya no digamos, si se está en contra de sus intereses: entonces, es imposible.

Sí, sí… ya sé que me dirás que esto ya lo sabemos. Si no recuerdo mal, fue Cambó, en los tiempos de la Mancomunitat, quien lo expresó públicamente por primera vez. Los historiadores lo saben y se podrían aportar numerosos ejemplos a esta evidencia.

Sin embargo, acabamos de cerrar un periodo político en el que ha sido imposible formar un gobierno en España, investir a un presidente. No se había dado nunca este caso desde que se instauró la democracia. Qué curioso… el problema principal por el que no se forma un gobierno, la cuestión catalana, ni siquiera se abordado abiertamente por los políticos que, durante estos meses de impass, han intentado encontrar la fórmula para gobernar. La cuestión catalana se ha convertido en un tabú.

Pero yo sostengo que, mientras se mire para otro lado y se haga ver que el problema no existe, no habrá gobierno en España. Así de simple.

Mariano Rajoy ha seguido en su jaula escondiendo la cabeza debajo del ala. Pedro Sánchez se lleva las manos a la cabeza, desesperado al ver cómo Podemos le niega apoyo. Pero, ¿qué clase de líder es este que no se ha enterado que sin plantear una solución para Cataluña no se va a ninguna parte? Así le ha ido…

Ya lo ves, tenemos políticos que no se enteran… o no se quieren enterar. Es muy sencillo: no se puede gobernar contra dos millones de catalanes que, hartos, quieren irse. Y contra otros muchos catalanes que, sin querer irse, porque aún no han agotado su paciencia, esperan una solución a sus problemas y al reconocimiento de sus derechos.

¡Sigan sigan…! ¡A ver si consiguen formar gobierno!



martes, 12 de abril de 2016

Me sorprende el ser humano...



Estoy leyendo el libro de Svetlana Aleksiévich, último Premio Nobel de Literatura. He adquirido la versión catalana, Temps de segona mà: la fi de l’home roig, editado por Raig verd editorial y excelentemente traducido del ruso por Marta Rebón. Tenía curiosidad por ver qué tenía que decir esta mujer, tímida e introvertida, cuyas entrevistas había seguido, fugazmente, en los medios. Me impresionó su humildad y sencillez. Su actitud, --me dije—contrasta con la de muchos escritores, sobre todo con los que ya están consagrados; esa petulancia y suficiencia de algunos… Así que pensé que valía la pena sumergirse en su lectura, teniendo en cuenta mi interés y curiosidad por todo lo que tenga que ver con la Rusia contemporánea. Me fascina la forma en que acabó el comunismo en la URSS y cómo, de la noche a la mañana, las cosas cambiaron radicalmente en ese vasto imperio.

No hay asomo de vanidad en Aleksiévich, pero en cuanto uno lee las primeras páginas de su libro, se da cuenta del talento, el temperamento y la pasión que late en esta mujer aparentemente tan apocada. Su obra me merece un gran respeto y lo considero un lucidísimo retablo de la Rusia contemporánea.  Además, es una novela muy rompedora, por su forma. Los entendidos ya han señalado que esta obra supone una renovación muy original de este género literario. La verdad es que un libro muy bueno.

Mis expectativas respecto a esta autora y su libro Temps de segona mà, se han visto superadas con creces. El libro es fascinante. Muy interesante. Te atrapa de una forma que te deja sin aliento, no puedes soltarlo. Las historias que concurren, tienen una enorme carga emocional. Realmente, esta escritora hasta ahora desconocida, tiene una habilidad muy considerable para hacerte vivir todo lo que ha ocurrido en su país. Mejor dicho, para aproximarte a lo que sienten sus conciudadanos después de lo que ha pasado en su país. Es un análisis muy lúcido, muy descarnado, pero al mismo tiempo muy humano y comedido. Se dice que es una novela de voces. Es cierto, yo también lo veo así: funciona como un retablo de personajes reales, pero que la autora ha dramatizado utilizando con gran maestría las técnicas del relato de ficción. Esta descripción tan efectiva de los distintos personajes y su apasionada manera de relatar sus vidas construye un enorme fresco, diverso y muy rico, de voces diferentes, antagónicas ideológicamente --aquí está la gracia-- que componen una acertadísima sinfonía para entender la Rusia moderna.

Ya había leído anteriormente libros sobre la Rusia del siglo XX, que me dejaron estupefacto, como Relatos de Kolimá de Shalámov o Limónov de Emmanuel Carrère. Pero no olvido el más grande todos ellos, Vida y destino de Vasili Grossman, un gigante, a mi entender, de la literatura moderna europea. Si queréis entender que estaba ocurriendo en Europa durante el conflicto de 1940-1945, es indispensable que abordéis este libro maravilloso. Algún día hablaré de él, pues merece ser tratado en exclusiva. De alguna manera, estos libros ya me alertaron sobre el enorme interés que tiene este contradictorio y trágico país. La enigmática alma rusa. La fascinación que me provoca es, a partes iguales, consecuencia de las inauditas tragedias que han sufrido sus gentes y, al mismo tiempo, la desbordante pasión con la que, a pesar de todo, siguen apostando por la vida y por un destino mejor. Shalámov relata como nadie la barbarie y la indignidad de los campos de trabajo soviéticos. Una voz que llega desde el infierno para explicarnos la inhumanidad. La senda de deshumanización que representaron los totalitarismos del siglo XX. De sus reflexiones emerge una conclusión paradójica: hasta tal punto se denigra al ser humano en estos lugares, que éste acaba convirtiéndose en un monstruo y deja de ser humano, tal es el nivel de degradación al que es sometido. En cuando al libro de Emmanuel Carrère sobre Limónov, es otra pequeña joya literaria a no perderse. Escrito con gran maestría, describe a este individuo descreído y rebelde nacido a mitad del siglo XX, en pleno comunismo, para hacernos descubrir su ambigüedad moral e incitar nuestra reflexión sobre el ser contemporáneo. De nuevo, la enigmática alma rusa. Un rebelde con causa que personifica todas las contradicciones de un sistema que, aspirando al sueño de emancipar a la humanidad, acabó pervirtiendo todos sus ideales. En este caso, la desilusión individual, conduce a Limónov por vericuetos realmente intrincados e inverosímiles, para devolvernos una imagen novedosa e impactante de un cierto tipo de disidencia.

Volviendo al magistral libro de Svetlana Aleksiévich; ¿cómo digerir el sinsentido de que decenas de millones de personas desaparecieran asesinadas durante los ochenta años que duró el régimen soviético, o bien trabajaran hasta la extenuación y la muerte, o aún otros muchos sufrieran penurias terribles, soportaran tormentos indecibles, o murieran literalmente de hambre? Y todo ello para construir una ilusión, el mejor país del mundo. Sí, sí, se creyeron este sueño y lucharon por él hasta la muerte… y, todo, ¿para qué? Para desaparecer en cuestión de días. Toda esta enorme maquinaria, que se tragó a decenas de millones de víctimas, desapareció de la noche a la mañana. Así, sin más… el viento de la historia lo ha barrido en un plis plas, el sacrificio de millones de personas para nada, un sacrificio inútil. Marina Tikhonovna comenta desesperada: He pasado toda mi vida construyendo un gran país… Todo fue inútil. Estuvimos sufriendo para nada. Es muy difícil de encajar, pero la historia de la humanidad es así, absurda y cruel. El libro de Aleksiévich no es un simple relato de agravios e ignominias; en él late el corazón cálido de los rusos, sean del signo que sean, rememorando lo absurdo de sus vidas. Produce una honda impresión ver con que entereza asumen el dolor, el sinsentido de sus vidas entregadas a una idea que acabó pervirtiéndose y que fue finalmente abortada. Descubrir que han sido engañados y que ahora, muchos se ríen de ellos: son las generaciones nacidas después de la caída del comunismo. Es el paroxismo de la crueldad. Una enorme lección sobre el infierno que han debido soportar muchos seres humanos. Sobrecogedor. Dice Aleksiévich: La historia sólo se interesa por los hechos, pero las emociones se quedan al margen. No se acostumbra a dejarlas entrar en la historia. Miro el mundo con los ojos de una mujer de letras y no de una historiadora. Me sorprende el ser humano…

Relato estremecedor del personaje Ielena Iúrevna:
Un apartament comunitari qualsevol. Hi viuen juntes cinc famílies, vint-i-set persones. Una cuina i un vàter en comú. Dues veïnes tenen habitacions adjacents, es fan amigues: una té una filla de cinc anys i l’altre viu sola. En els apartaments comunitaris la gent es vigila, és normal. S’espien les converses. Els qui tenen una habitació de deu metres quadrats envegen els qui en tenen una de vint-i-cinc. Què s´hi pot fer? És la vida... I vet aquí que una nit arriba un “corb negre”, un furgó de la policia. Arresten la mare de la nena petita. Abans que no se l’emportin encara té temps de cridar a l’amiga: “si no torno, tingues cura de la meva filla. Que no la fiquin en un orfenat!”. I la veïna se´n fa càrrec. Li assignen una altra habitació. La nena diu “mare Ània”... Al cap de disset anys la mare biològica torna. Cobreix de petons les mans i els peus de la seva amiga. En general, els contes acaben així, però a la vida real les coses van d’una altra manera. Sense final feliç. En temps de Gorbatxov, quan van obrir els arxius, van demanar a l’exreclusa si volia consultar-hi el seu expedient. El va obrir: al damunt de tot hi havia una denúncia. Una lletra familiar... la de la seva veïna... “Era mare Ània” qui l’havia denunciada... Entén alguna cosa? Jo, no. I aquella dona tampoc no va entendre res. Va tornar a casa i es va penjar.

Por qué pruebas ha tenido que pasar la humanidad, ¡dios mío! Algunos relatos hielan la sangre en las venas. Por esto dice Marina Tikhonovna: Todo lo que hemos superado no se puede medir con un metro ni pesar en una balanza. Pero yo estoy aún en el mundo. Vivo.

Pero el relato no se queda en una crítica al uso de la barbarie del comunismo. Ahí está su grandeza. La obra es una crítica feroz al capitalismo salvaje que vino después. Los personajes de Aleksiévich son implacables con los nuevos oligarcas, empezando por Putín. Son delincuentes que asaltaron el estado soviético y se hicieron con todas sus riquezas, mientras la gente lo perdía todo de la noche a la mañana, veían como su dinero se devaluaba y sus ahorros se convertían en nada. Ahora –dice Ielena Iúrevna, uno de sus personajes—se rinde culto al dinero y al éxito. Sólo sobreviven los más fuertes, los que tienen bíceps de acero. Pero no todo el mundo es capaz de avanzar pisando la cabeza de otros, de sacar provecho. Algunos son incapaces de hacerlo porque no lo llevan en la sangre. Y otros lo encuentran indigno.

El relato de Ielena Iúrevna es un apasionado alegato en favor de los tiempos pasados, de la grandeza de los ideales comunistas y de los gloriosos momentos del imperio soviético, cuando era un faro para el mundo. Por esto Ielena desconfía de la autora, que ahora la entrevista; una vez más --piensa-- vienen a reírse de ella y de sus ridículos y caducos ideales. Por eso le dice a Svetlana: Estoy segura que borrará todo lo que le acabo de decir. Pero Svetlana Aleksiévich le contesta con el que yo pienso que es el leitmotiv más importante del libro: Le prometo que habrá dos historias. No quiero ser una historiadora con la sangre caliente, ni una que blande una antorcha encendida. Que lo juzgue el futuro. El futuro pone las cosas en su sitio; pero no el futuro próximo, sino el lejano. Un futuro en el que nosotros ya no estemos. Sin nuestros prejuicios y pasiones.

domingo, 10 de abril de 2016

Palabras para Daniel



Palabras para Daniel
Homenaje a José Agustín Goytisolo

Recuérdalo siempre Daniel,
todos perdimos un día la inocencia,
paraíso de la infancia,
que tú estás a punto de abandonar.
¡La vida vuela!

Llegarán, antes o después, los momentos amargos
pensarás entonces en el paraíso perdido
te invadirá una honda nostalgia.
Pero te diré que a pesar de los sinsabores
vale la pena vivir;
¡La vida es bella!

No encontrarás en los hombres, a la hora de la verdad,
ni solidaridad ni mucho amor:
te sentirás muchas veces solo.
Pero piensa que no hay más que esta compañía;
Busca en ella el consuelo
cuando se abra el abismo de la soledad.
¡La vida vuela!

Tendrás amigos,
pocos,
pero esenciales para tu vida:
¡Cuídalos!, pues sin ellos no eres nada.

Conocerás el amor
y recuerda:
puede ser muy esquivo,
incluso fugaz.
Pero su flecha te marcará para siempre
Y sólo cuando lo hayas perdido,
y mires hacia atrás,
sólo por haber sentido su veneno
sabrás que la vida ha valido la pena.
¡La vida vuela!

Estate atento a los caprichos del destino
pues la rueda de la fortuna juega con nosotros
cuando menos lo esperes, puedes perder todo lo que tienes
… ¡y volverlo a ganar todo de nuevo!
¡El vaivén de la vida!

Ten en cuenta el valor relativo de las cosas;
Pues andamos toda una vida detrás del señuelo como una liebre,
para descubrir un día cuan insignificante y nimio era nuestro objetivo.
Descubre pues qué es lo esencial
¡Que la vida vuela!

Aleja de ti la soberbia y el orgullo
recuerda lo que te digo: tú solo no eres nada
tu dignidad va pareja a la de los demás.
Lo mismo digo de tu libertad:
si ves que los demás la pierden
y no haces nada,
Pronto perderás la tuya también.
¡Así es la vida!

Si eres fuerte y capaz,
muchos reclamarán tu ayuda: ¡dásela!
Pero recuerda una cosa: si un día te encuentras en apuros,
no esperes nada. Así son los hombres…

Nunca mendigues la libertad.
Ni siquiera mendigues por dinero.
Otros te la tomaron y deberás conquistarla.
Cuando desfallezcas,
que llegará segura la ocasión,
piensa que la vida es lucha
y sin ella no eres nada.
¡Así es la vida!

Algunas veces, más adelante,
cuando se acerque el crepúsculo de tu vida,
sentirás el desengaño y la decepción.
Lamentarás haber nacido y desearás no ser más.
Pero recuerda lo que te digo:
a pesar de todo, vendrán momentos de intensa plenitud y felicidad
que compensaran, a pesar de su fugacidad,
la acritud del destino.
¡La vida es bella!

Y siempre recuerda esto:
El deseo es lo que te mueve,
la vida es pasión, ¡la vida vuela!
Te arrepentirás más tarde de no haber hecho algo
¡Aprovecha!
Aunque ello te pueda pesar, asume con valentía las consecuencias.
¡Así es la vida!
¡La vida es bella!

viernes, 8 de abril de 2016

¿Qué ha sido de nuestra intimidad?



La intimidad de las personas está desapareciendo poco a poco. Es una de las consecuencias de la sociedad de la información y de este mundo hiperconectado. La primera vez que tomé conciencia de este hecho, fue un día que descubrí con estupor, frente a mi ordenador, que Linkedin me informaba, sin ningún pudor, de quién estaba contactando con quién entre mis contactos. Me pareció una indiscreción imperdonable. Una desfachatez descomunal; ¿cómo se atrevían a explicarme a mí, que fulano estaba en ese momento contactando con mengano? ¿O cómo se atrevían a filtrarme quién estaba revisando mi currículo en ese momento? Me pareció chocante e inconcebible. ¿Y si resulta que zutano quiere consultar discretamente mis datos en Linkedin y desea que yo no me entere? Sabemos que nuestros gobiernos, en complicidad con las grandes empresas del mundo de la conectividad, almacenan y usan nuestros datos sin nuestro consentimiento. Nuestro derecho a la intimidad, a mantenernos poco visibles si lo deseamos, a mantener una actitud discreta, ha ido desapareciendo poco a poco, casi sin que nos demos cuenta. Hoy, cualquier cosa que hagamos o digamos es susceptible de trascender a miles de personas. Tenemos la angustiosa sensación, de que cualquier cosa que hagamos o digamos esté en el candelero. Y que ello nos haga pasar una vergüenza descomunal. Yo tengo el sentido del ridículo muy desarrollado y, por tanto, me incomoda esta promiscuidad descontrolada. Reconozco que en algunos casos, esta violación de nuestra intimidad se vuelve a favor; veamos por ejemplo, el caso del gamberro que agredió gratuitamente a una mujer en la Diagonal de Barcelona y su amigo colgó el vídeo en Facebook. A las pocas horas, cientos de miles de ciudadanos conocían y reprobaban el hecho. La policía intervino para detener al miserable. Pero en otros casos eso se vuelve claramente en nuestra contra. Por ejemplo, antes o después emitiremos una opinión sobre nuestras opciones políticas, o religiosas. ¿Quién nos dice que un día todo esto no puede volverse en contra nuestro? Nuestro sagrado espacio de intimidad ha sido invadido y con ello se han llevado una de las cosas más sagradas que teníamos. Sin embargo, no estoy seguro si los más jóvenes que yo opinan igual. Creo que no; de hecho ya forman parte de otra “cultura”. Porque la “cultura” ha cambiado como consecuencia de la conectividad. Ojalá todo esto no se vuelva algún día en contra de ellos. Me temo que son un poco ingenuos, pues el mundo sigue siendo un lugar inseguro para algunas de nuestras creencias. La prudencia y la intimidad seguirán siendo un lugar indispensable para nuestra seguridad.

jueves, 7 de abril de 2016

¿Por qué me gusta la poesía?


Me gusta la poesía, cada vez más. En estos años pasados, en los que se me hacía difícil la concentración, la poesía ha resultado una gran compañera. Es una forma de leer diferente, al que se accede con otro ritmo. Su musicalidad abunda, como un mantra, en la posibilidad de ser atrapados y seducidos. Permite concentrar una idea, trasladar un mensaje o suscitar una emoción de una forma muy concisa, con economía de palabras. Es como paladear un rico manjar, que uno degusta poco a poco, celoso de que se acabe. En un breve fragmento puedes descubrir un mundo. Un solo verso afortunado, puede abrirte una emocionante sugerencia. En cierta forma, es la quintaesencia de la escritura, ya que podemos acceder a poderosas intuiciones con un mínimo de recursos narrativos. Es la máxima concisión literaria; todo es esencial y nada se desperdicia. Cada palabra puede evocar en nosotros un pensamiento.

La poesía, al contrario que la filosofía, permite expresar nuestros pensamientos más elevados, sin la exigencia de la lógica, sin remitirse a un sistema coherente, demostrable y cerrado en sí mismo. La poesía indaga en el mundo de las intuiciones. Es otra forma de la verdad, acaso más auténtica y directa. Una verdad personal que, apelando a la propia experiencia, nos acerca a los límites de la razón. Un espacio más allá de lo demostrable, pero que, en su realidad inteligible y misteriosa, al ser compartida entre el lector y el poeta, produce una honda emoción, un inmenso placer. Es el poder benéfico de saber que al menos otro individuo comparte un espacio misterioso, apenas intuido, pero que nos acerca a ese linde entre la luz y la sombra que solo la poesía puede describir. Hoy que la espiritualidad es un espacio abandonado por la persona, la poesía puede convertirse en un “despertador” de este ámbito. Un ámbito inmenso y esencial para el cultivo pleno de un individuo, pero que por desgracia hemos abandonado en beneficio de la religión. Siglos de fanatismo han convertido la religión en una cárcel para la conciencia. La recuperación de la libertad pasa por el redescubrimiento de la espiritualidad, y la poesía puede ser un excelente instrumento para cultivarla.