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jueves, 7 de abril de 2016

¿Por qué me gusta la poesía?


Me gusta la poesía, cada vez más. En estos años pasados, en los que se me hacía difícil la concentración, la poesía ha resultado una gran compañera. Es una forma de leer diferente, al que se accede con otro ritmo. Su musicalidad abunda, como un mantra, en la posibilidad de ser atrapados y seducidos. Permite concentrar una idea, trasladar un mensaje o suscitar una emoción de una forma muy concisa, con economía de palabras. Es como paladear un rico manjar, que uno degusta poco a poco, celoso de que se acabe. En un breve fragmento puedes descubrir un mundo. Un solo verso afortunado, puede abrirte una emocionante sugerencia. En cierta forma, es la quintaesencia de la escritura, ya que podemos acceder a poderosas intuiciones con un mínimo de recursos narrativos. Es la máxima concisión literaria; todo es esencial y nada se desperdicia. Cada palabra puede evocar en nosotros un pensamiento.

La poesía, al contrario que la filosofía, permite expresar nuestros pensamientos más elevados, sin la exigencia de la lógica, sin remitirse a un sistema coherente, demostrable y cerrado en sí mismo. La poesía indaga en el mundo de las intuiciones. Es otra forma de la verdad, acaso más auténtica y directa. Una verdad personal que, apelando a la propia experiencia, nos acerca a los límites de la razón. Un espacio más allá de lo demostrable, pero que, en su realidad inteligible y misteriosa, al ser compartida entre el lector y el poeta, produce una honda emoción, un inmenso placer. Es el poder benéfico de saber que al menos otro individuo comparte un espacio misterioso, apenas intuido, pero que nos acerca a ese linde entre la luz y la sombra que solo la poesía puede describir. Hoy que la espiritualidad es un espacio abandonado por la persona, la poesía puede convertirse en un “despertador” de este ámbito. Un ámbito inmenso y esencial para el cultivo pleno de un individuo, pero que por desgracia hemos abandonado en beneficio de la religión. Siglos de fanatismo han convertido la religión en una cárcel para la conciencia. La recuperación de la libertad pasa por el redescubrimiento de la espiritualidad, y la poesía puede ser un excelente instrumento para cultivarla.