jueves, 31 de marzo de 2016

Paisatge gris



Paisatge gris

Llisca l’aigua a la llosa gris
fins un mar que és quiet i gris
que n’és de plomís el mar i la pedra gris
gris, gris, Cadaqués és gris!

Ha plogut sobre el paisatge gris
la terra s’obre com un sexe
i exhala perfums de farigola, gola
gris, gris, com n’és de plomís
i gris, Cadaqués és gris!

Paisatge gris adormit
llunyans horitzons d’entreclaror
lluents pissarres, brillants de llum
foradades lloses de mitològic mineral
que llisquen grises fins el mar ensopit
Cadaqués és gris, molt gris!

Soledat de silencis que parlen
del murmuri dels crustacis
en llargues processons pels fons marins,
dels lleus moviments de les algues
sensuals en les aigües transparents,
sentor d’alguers podrits que venen dels somnis...
Quin deliri és la cala de Cadaqués!
  
Grisenc el cel cadaquesenc
gris-gris després de la pluja gris
obre efectes de llum
sobre un cel desfermat
i trenca el mirall del mar
gris, gris, Cadaqués és gris!

Cap soroll pertorba la grisa tarda
i entre el gris del cel,
el profund gris de les lloses,
i el gris-gris del mar tranquil,
sura metafísic, geomètric,
blanc Cadaqués, llum sobre gris.


sábado, 26 de marzo de 2016

Belchite



Belchite

Sobre el campo infinito de la estepa aragonesa
se yerguen, solitarias y tristes,
las mudas pruebas de la infamia de la guerra.

El atroz lamento de las numerosas víctimas
brota aún de sus desoladas ruinas
¡Aquí un día, la barbarie se dio cita!

Todavía resuenan los gritos de espanto
a través de las desvencijadas puertas,
que ya no se abren más que a amontadas ruinas
y al cielo raso de sus caídos techos
por los que la radiante luz del cielo inmenso de Aragón
alumbra los restos del odio y de la ira.

Ya no juegan alegres los niños en sus calles.
Sus voces coloristas y chillonas
se trocaron en lloros de desesperación y muerte
¡Ay como se ceba la guerra en su inocencia!

Contemplo hoy emocionado, el dolor
que estas gentes vivieron en el pasado
y con las que se despidieron de este mundo.
¡Qué triste, qué triste que es la guerra!

Era final de verano y un calor implacable
redoblaba el castigo sobre un infierno de fuego y polvo.
Atrapados en la mortal celada de sus propias casas
sufren su agonía niños, mujeres y hombres de Belchite.

Una lluvia macabra de proyectiles se cebaba sobre ellos:
Restalla la luz en los interiores destruidos
para señalar el perfil de la muerte, el pavor y la agonía.
¡Qué triste e infame es la guerra!

Los muchos murieron sepultados
por el intenso bombardeo al que fueron sometidos,
otros tantos por el fuego cruzado de ambos contendientes
que, en una borrachera de muerte, tomaban casa a casa
y los que no, de hambre y de sed por el asedio sufrido.

Hoy humean en Siria idénticos perfiles destrozados,
los mismos paisajes desolados de destrucción y muerte,
lloran niños y mayores, el mismo aciago destino.
Aquí como allá, se sepultaron idénticas ilusiones.

Miles de humanos perdieron en Belchite
su vida en una lucha fratricida.
¡Aquí un día, la barbarie se dio cita!

Pueblo fantasma y sobrecogedor
donde aún resuenan los llantos y gimen de dolor
los protagonistas del horrible sacrificio.
Centenares de cadáveres permanecen
enterrados bajo la dura tierra y los escombros
en un dantesco camposanto.

Que la memoria guarde para la historia
la inútil hecatombe de Belchite
con la ingenua intención, me temo
¡ay humanos!
que la tragedia no vuelva a repetirse.



sábado, 19 de marzo de 2016

Pintar la tristeza


Leyendo Herejes de Leonardo Padura, reparo en una escena magistral del libro que, casualmente, me devuelve al cuadro Melancolía de Degas. La escena se sitúa en el taller de Rembrandt, en dónde el maestro alecciona a su discípulo sefardí Elías Ambrosius Montalvo de Ávila sobre el arte supremo de pintar. Dice así:


“Antes de mojar el pincel debes tener una idea de a dónde quieres llegar. Aunque no sepas cómo vas a hacerlo…Yo hoy quisiera llegar a la tristeza que hay en el alma de un hombre de cuarenta años. Quisiera descubrirla, porque es una tristeza nueva… No es lo mismo el dolor que la tristeza, ¿lo sabías? Tengo mucha experiencia en el dolor, como en la ira, en el desengaño, en la frustración…, y también en el goce del éxito, aun cuando los demás no lo hayan entendido y me estén dejando en el borde del camino… Lo cual no resulta extraño… Pero la tristeza es un sentimiento profundo, demasiado personal. La alegría y el dolor, la sorpresa y la ira son exultantes, cambian el rostro, la mirada…, pero la tristeza lo marca por dentro. ¿Dónde crees que puedo encontrar la tristeza?” Elías Ambrosius respondió de inmediato, satisfecho de su sagacidad: “En los ojos. Todo está en los ojos”. El maestro negó con la cabeza. “¿Todavía crees que sabes algo…? No, la tristeza no. La tristeza está más allá de los ojos… Hay que llegar al pensamiento, al alma del hombre para verla y hablar con esas profundidades para intentar reflejarla…” El maestro mojó el pincel en el pigmento amarillo y comenzó a marcar las líneas de lo que pronto comenzó a ser una cabeza. “Por eso pocos hombres han logrado retratar la tristeza… Un hombre triste nunca miraría al espectador. Buscaría algo que está más allá de quien lo observa, una huella remota, perdida en la distancia y a la vez dentro de sí mismo. Nunca miraría hacia arriba, buscando una esperanza; tampoco hacia abajo, como alguien avergonzado o temeroso. Debe tener la mirada fija en lo insondable… El rostro levemente inclinado hacia dentro, la luz no demasiado brillante en la mejilla que da al espectador, los párpados bien visibles… para hacer que el rostro resalte y puedas concentrar la fuerza en él, lo mejor siempre ha sido un fondo marrón oscuro, pero nunca negro: la profundidad de la atmósfera se correspondería con la profundidad de los sentimientos, los reiteraría y acabaría con su misterio… Dime, muchacho, ¿te sientes capaz de pintar mi tristeza?” “Voy a intentarlo, con su permiso…”

viernes, 18 de marzo de 2016

Los olvidados


Espero que os guste este poema, que viene bastante a cuento, y que compuse en junio de 2014. Está ilustrado con el dibujo escalofriante de un niño que ha sufrido la guerra de Siria. Si queréis ver como los niños expresan esta catástrofe en sus dibujos, visitad la web Jadaliyya:


Los olvidados

Caminan los olvidados al margen del mundo
y arrastran su encallecida pena
ante la indiferencia de los otros.

Saben que deberán soportar ellos solos
el estigma de su injusta condición.

Los agravios que sufren
se han convertido en culpa
que los elegidos, en un lacerante cinismo,
¡encima!,
les reprochan.

jueves, 17 de marzo de 2016

Los delincuentes asaltan el Estado


Estamos asistiendo inquietos, aunque impávidos, al saqueo del Estado por parte de delincuentes. Sí, ya sé que para muchos puede sonar a exageración, pues parece increíble que esos individuos que hemos aupado al poder, tan seductores ellos cuando explican la cantidad de cosas buenas que harán por nosotros, sean capaces de tal cosa. Pero es así, no es un delirio ni una pesadilla. ¡Nos están saqueando ante las propias narices y somos impotentes para hacer nada!

Ya lo vaticinó Manuel Castells en su excelente libro La Era de la información (1997) hace casi veinte años: Las bandas de delincuentes asaltarán los estados y los saquearán, decía el prestigioso profesor. El primer ejemplo fue Rusia. Ahí están, impunemente disfrutando de los frutos de sus crímenes. Los grandes oligarcas rusos son hoy respetados ciudadanos. Recuerdo la sorpresa que me causó su lectura. Los que hemos nacido en una época en la que nos inculcaron que el Estado es como nuestro segundo padre, no podíamos dar crédito a una información tan contundente. ¡Pero ya ha llegado! ¿Quién iba a decirnos que su progresivo debilitamiento y saqueo era tan inminente?

Hoy es noticia en la prensa que el expresidente de Brasil, Lula da Silva, vuelve al gobierno como ministro para evitar su detención por corrupción. Ya os digo: se ríen de nosotros. Ahora, ni tan siquiera se esconden. Con toda la cara, sin ningún tipo de pudor y vergüenza, utilizan las prerrogativas del estado de derecho para permanecer impunes. Veréis… la historia es la siguiente: Lula da Silva, su lugarteniente Dilma Rousseff –presidenta actual—y todo el aparato de sinvergüenzas que los acompañan, saquearon, mientras estuvieron en el poder, la gigantesca compañía Petrobras. Un monstruo del sector petrolero y uno de los buques insignia de la economía brasileira. Ahora, la justicia sigue sus pasos y, ante la evidencia de que los sabuesos ya les husmean los talones, los sicarios aforan precipitadamente al jefe del gang para evitar que rinda cuentas ante la justicia.

Ya veis. En todos lados pasa igual. Es una epidemia global. Aquí asistimos también a espectáculos bochornosos, aunque con requiebros un poco más barrocos, pues somos gente mediterránea. El último sainete al que nos somete la tropa que aquí manda, en funciones, es el de Rita la fallera. Parece un personaje recién escapado de una de esas monumentales y grotescas fallas. Ella es la espectacular mascletá que cierra la esperpéntica temporada. ¡Es que no sólo nos roban, es que además nos toman el pelo!¡Se ríen de nosotros en la cara! El desfile de personajes de la corte de los milagros, gurteleros valencianos y sus secuaces púnicos madrileños, pone los pelos de punta: a mí me recuerdan esos corrillos de pícaros típicos de la literatura del siglo de oro, o de esos personajes que aparecen en El lazarillo de Tormes, tan conseguidos, que con un ojo tuerto y haciéndose pasar por desvalidos miserables eran capaces de retirarte los calzoncillos sin sacarte los pantalones. ¿Habéis visto al pícaro Rafael Hernando, portavoz de los tunantes, con que desparpajo que nos larga sus patrañas? Es este un elemento directamente salido de un cuadro de goya, con sus muecas y sus gestos, que apenan esconden su turbia catadura.  Pero el rey del cinismo es Don Mariano, capitán de la partida de truhanes. Hay individuos que producen repelús y este es uno de ellos. Es un tipo francamente mediocre, incompetente, ignorante y resentido; ¡una bomba de relojería! Estos personajes son los más peligrosos de todos, pues parece que no hayan roto un plato y, en realidad, nos han puesto la casa patasparriba. Da miedo. Si este tipo sigue por más tiempo en la presidencia, este país acabará mal. Os lo digo yo.

miércoles, 16 de marzo de 2016

El dedo


Leo en los periódicos una noticia que ha causado estupor. Al parecer Facebook ha cerrado la cuenta de la joven escritora Luna Miguel, que acaba de publicar un libro sobre la masturbación femenina. Se llama El dedo y lo edita Capitán Swing. El 4 de marzo, Luna recibió un aviso de Facebook, muy lacónico, en el que la avisaba que su cuenta había sido cerrada, sin dar más explicaciones. Es curioso… el tal Logan que firma el mensaje remacha que la decisión es “inapelable”. Mira por dónde que estas redes sociales nos han salido fascistoides. ¡Quién lo iba a decir, con la pinta de buenos chicos que tienen los jefes, empezando por el mandamás Zuckerberg! Lo mismo ha hecho Twitter. Este es un fenómeno digno de estudio: la ideología de las redes sociales. ¿Quién está detrás? Y ¿Quién decide lo que es o no es publicable? En mi opinión, la censura a Luna Miguel me parece inaceptable.
Por lo que he podido comprobar, el día 8 de marzo ambas redes sociales le devolvieron su identidad y sus cuentas ya están operativas. Pero es inquietante, el reflejo de censurar y hacerlo de una forma tan tajante y desabrida nos informa del talante de los “ideólogos” que ocultos tras las redes, acechan nuestra libertad.
En cuanto a Luna, me alegro, pues este incidente le debe haber dado un buen impulso a su libro. ¡Y bien merecido! Pues su trabajo es interesante y nunca es poco lo que se hace para promover a un nuevo poeta.
Si le queréis echar un vistazo al libro, pinchar aquí.

martes, 15 de marzo de 2016

la Duncan Phillips art collection en Barcelona


¿Qué señala la cálida luz sobre las tonalidades del carmín? En una esquina del cuadro, ilumina la lumbre del hogar la encendida melancolía de una mujer, que así apartada parece querer escaparse de la escena para amagar su tristeza, zafándose de las miradas intrusas. Los tonos rojizos de su ropa y del sofá, en el que se encuentra casualmente sentada, aumentan el misterio de su desolación: ¿Qué amargos recuerdos afloran ahora con el encanto del fuego? ¿Qué la atormenta? (Edgar Degas/Melancolía).


Contrasta con este instante de embrujo captado por Degas, la testa bobalicona de la mujer del cuadro de Picasso. También a ella parece aquejarle el mal de la bilis negra. Más hierático y solemne, este retrato de Picasso, pintado con luminosos pasteles, resalta el chiste del sombrero que parece un barquito de papel encallado en la testa de la mujer de triste mirada de 1939 (Picasso/Mujer con sombrero verde).


Otro carácter presenta la mujer que retrata Modigliani en 1917. También ella parece ensimismada y pensativa. Al parecer Elena Povolozky fue artista ella misma, modelo y generosa protectora de amigos desahuciados y hambrientos pintores, cosa que parece desmentir la dura expresión de su rostro. Por cierto, Modigliani gustaba de tatuar. No hace mucho se han ido a la tumba los últimos tatuados; ¡quién luciera uno, de artista tan renombrado, ahora que están tan de moda! En caso de muerte, ¿existiría la posibilidad de donación, como si de un órgano se tratara? Me imagino a los herederos frotándose las manos. (Modigliani/Elena Povolozky 1917).


La levedad de este bodegón apenas insinuado a través de un velo de tonalidades nebulosas sorprende por su esencialidad. Mínima expresión que dice mucho. Vaporosa evocación de las posibilidades de la luz: ¿qué es más, la luz o los objetos que la reflejan? Aunque parezca que van a desaparecer, definitivamente difuminados, desvaídos y finalmente esfumados, continúan con vida. (Giorgio Morandi/Still life 1950).


En Courmayeur, al pie del Montblanc, estuvo Oskar Kokoschka en 1927. Aprovechando la vista desde la ventana de su habitación, en un hotel de la empinada ladera de la montaña, pintó con una explosión de color la vista del pueblo al pie de las colosas cumbres. La visión produce un efecto cataclismático, todo parece moverse y explotar ante la vista del espectador. Los vivísimos colores y los efectos de luz te agarran por el cuello y te centrifugan a través de su delirante sumidero hasta el lejano y luminoso glaciar del Montblanc. (Kokoschka/Courmayeur et les dents des géants 1927).


¿Quién es este artista que dibuja este paisaje de ensueño que parece nadar en la nada? Diríase que es una barcaza flotando en el espejo de las aguas. Me recuerda las atmosféricas escenas de Joseph Conrad, con sus historias de barcos muchas veces evaporados en las someras aguas de un remoto país oriental, en sus paisajes marinos, donde pululan sus oscuros y enigmáticos personajes. Misterio. ¿Quién es el pintor? ¿Lo sabes?


Mira los ojos y las expresiones. Una técnica esquemática muy efectiva para subrayar la infinita miseria a la que fue expuesta la población de París. Pueblo dormido que despierta. El amanecer de lo que será una viva explosión. Imagen implacable del sometimiento del ser humano. De su infinito sufrimiento fruto de la codicia de unos pocos. Aquí aflora el ansia de rebelión que puede leerse tímidamente, pero de forma contundente, en la cara de los miserables que darían paso a los hechos de la revuelta de 1848. Puede percibirse también el miedo, el temor que sin duda turbaba estas almas. Pero el espíritu de la libertad parece más fuerte que el riesgo cierto de morir y, poco a poco, se alza el murmullo que un iluminado –nunca mejor dicho—parece abanderar asegurado en el tumulto de sus iguales. Aún inseguros se protegen en la masa, se amparan entre ellos para recuperar lo que han perdido. (Honoré Daumier/La revuelta de 1848).


Una de las cosas más bellas de la pintura expresionista son los propios marcos de las pinturas. Su barroca antigüedad contrasta con el aire fresco que supone la pintura moderna, esa pintura que emerge llena de color de los impresionistas como en el caso de este cuadro pintado en un rincón de la Provenza.


El sol de la tarde asoma para iluminar esta corrida de toros en la que ahora se ocupa el rejoneador. Picasso parece presagiar con esta terrible escena, en el que se convoca el recreo cruel de la muerte, la guerra fratricida que pronto se abatiría sobre nosotros y que reflejaría de forma semejante en el majestuoso Guernica. Fluye en este caso la sangre del caballo destripado en el mismo momento de agredir con el rejón al toro bravo. Toda la emoción trágica del cruel encuentro se concentra en las expresivas caras de hombres y animales. Caballo y toro son en el instante captado la expresión de la tragedia que a ambos compete. (Pablo Picasso/Corrida 1934).


Que petulantes aparecen estos tres abogados, después del juicio que han perdido, sumiendo en la desesperación a la mujer que apenas se vislumbra al fondo, residuo sin protagonismo de la implacabilidad de la justicia injusta. Los hombres de la ley, bien amparados en la prepotencia de su oficio y la solidez de su corporación, son ya totalmente insensibles al infortunio que cae inexorable sobre los humanos. (Honoré Daumier/Tres abogados 1855).



La luz se rompe como un espejo en mil destellos que alumbran una obra insólita en aquel lejano 1834. ¿Quién podría imaginar una estampa campestre tan osada en aquellos lejanos tiempos? El propio Jackson Pollock asumiría y reconocería que esta obra podría ser la inspiración de su One:Number 31, 1950 que se exhibe majestuoso en el Moma.(John Constable/Al lado del río 1834)

Si queréis más información, ved: Caixa Forum y The Phillips Collection