lunes, 1 de octubre de 2018

El día que España perdió Catalunya



¡Una buena somanta de hostias! ¡Así aprenderán estos catalanes!
Esta es la receta que aplicó un Estado (podrido por dentro) incapaz de encontrar mejor solución para resolver un conflicto larvado que, él mismo, había contribuido a crear.
Miles de policías y guardias civiles pegando con una rabia y un odio que van más allá del cumplimiento de sus funciones: ¿puede concebirse una acción más cobarde? Miles de uniformados, chulescos, en una orgía premeditada y con el beneplácito del Estado para zurrar una paliza brutal a ciudadanos indefensos, muchos de ellos ancianos, que lo único que hacían era depositar su voto (ilegal) en una urna. Remacho lo de “ilegal” para desarmar a aquellos cobardes que piensan que, por el hecho de cometer un acto ilegal, sus conciudadanos merecían ser apalizados. ¡Más cobardes todavía!, agazapados en un silencio cómplice…
Sí, ese día, yo perdí la inocencia y dije basta. Mejor dicho, fue el 20 de septiembre, con los registros en Economía y otras sedes del Govern; ¡qué burda humillación!, aquí estamos, para chulearos, pensaban soberbios, intolerantes y brutales… Ese día, mi corazón se ennegreció al constatar que sí, que realmente nos odian, que nos sujetan por la fuerza, que todo no ha sido más que un engaño. ¿La Autonomía de Catalunya?, un tinglado que se desmonta entre el Gobierno y el Senado en una tarde… ¡qué engañifa!
Sí, yo soy uno de los desafectos, uno de los millones de desengañados que sueñan con algo mejor, uno de los que cree que nada volverá a ser igual, que el Estado de todos se perdió a causa de una casta de intolerantes, de egoístas, de abanderados de la injusticia, que utilizan el bien común en beneficio propio. Pero no todo es culpa de los políticos, ni de los jueces… muchos ciudadanos, resentidos, carcomidos por un revanchismo mezquino e inexplicable, apoyan con su silencio cómplice el escarnio de una minoría nacional. ¡Qué vergüenza, qué ignominia!... y que tristeza.
En el futuro, muchos ciudadanos de Catalunya, de España, de Europa, descubrirán la ignominia que aquí se perpetró. Muchos de ellos han sido anestesiados con un falso relato, posverdadero. Pero algún día sabrán la verdad, como la sabemos nosotros, que la hemos sufrido en nuestra propia carne, que la hemos visto viviendo la historia como protagonistas. Y como lo saben nuestros hijos, que lo explicarán a los suyos. Y nunca olvidarán.
Por eso también creo que hoy se celebra el primer año de un camino histórico que abocará en un mundo mejor, claro que sí, soy optimista. El mundo lo mueven los soñadores, los que son capaces de imaginar un mundo mejor. Seguramente será una tarea para nuestros hijos, y difícil, a lo mejor nosotros, los que hicimos posible el (supuesto) final del franquismo y levantamos con ilusión una democracia que se tornó Régimen del 78, no lo veremos, pero Catalunya será al fin una república, y España también.


Foto: pintura de mi amigo Jordi Pagès que publica hoy en su Facebook. Espero que le parezca bien la utilización citada que hago aquí de su obra.

1 comentario:

  1. Comparto plenamente , graçias una vez vez mas por esta justa ,objetiva y sincera Vision de relatar unos hechos tan graves

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