lunes, 27 de junio de 2016

Funestos resultados electorales


Los resultados de estas elecciones de junio son muy decepcionantes. Sinceramente, estoy desconcertado. Son muchos los sentimientos que surgen; frustración, rabia, decepción, impotencia… pero creo que, por encima de todo, un profundo desencanto. Y lo que es peor; como ya soy gato viejo, la inequívoca sensación de que estos resultados son funestos y auguran un futuro inquietante.
Vayamos por partes. ¿Alguien puede comprender que un partido que está podrido hasta las raíces, haya obtenido casi ocho millones de votos? ¿Cómo puede ser que un partido que ha hecho de la corrupción su sistema de gobierno, que ha traicionado a la ciudadanía legislando y gobernando contra sus intereses, empobreciéndola y que, además, mantiene un pulso agresivo y chulesco contra una gran parte de la ciudadanía catalana haya obtenido un soporte electoral tan elevado, de un 33% de los votos que le reportan hasta 137 diputados?
Está claro que estos resultados muestran una imagen muy poco halagüeña de la sociedad española de 2016. Hablemos sin ambages: de una sociedad que también se ha empobrecido éticamente, cuyos valores están en decadencia. Hemos podido demostrar que nuestro sistema político está corrupto, pero quizás ha llegado la hora de empezar a comprender que la propia sociedad está en connivencia con la corrupción, pues el voto del 26 de junio demuestra que a una gran parte del electorado no parece importarle la catadura moral de los que han estado en el poder, por no decir que sienten franca complicidad con ellos.  
Ya sabemos pues lo que nos espera. Un nuevo gobierno del partido popular, en el que una vez más, con la complicidad de unas instituciones europeas prostituidas, en las que ya pocos creen y que se desmantela por momentos, se seguirán defendiendo intereses que destruyen las clases medias y hunden en la desesperación a las clases populares, que no ven llegar la hora de poner freno a tanto despropósito. El sueño de mucha gente se ha desvanecido y, con ello, la esperanza de poner en pie una nueva política que nos permita sacar adelante un nuevo proyecto de Europa. Una pena, una enorme decepción.

Por último, deseo referirme a un asunto que posiblemente es el que más ha pesado en toda esta situación: la cuestión de Cataluña. No hay problema más grave que aquel del que no se habla. Este es el caso de la cuestión catalana. De tan importante y sensible, se convierte en un tema tabú, del que nadie habla abiertamente. ¿Os habéis dado cuenta? En ambas campañas electorales, el tema de Cataluña era hábilmente silenciado, aquello que en el fondo era lo que más importaba, se amagaba sutilmente a la opinión pública. Pero no lo dudéis, una cosa es bien cierta: este es el problema principal y, por lo tanto, el que ha decidido el resultado electoral. Es muy preocupante y no augura nada bueno, creedme. Dejémonos de hipocresías: una parte importante de la sociedad española, con su voto, ha votado contra Cataluña. Intolerancia, la eterna intolerancia de los españoles. ¡Cuántos conflictos graves no nos ha reportado esto! … pero no aprendemos. Con su intolerante y rencoroso voto han votado por un gobierno para que, con mano dura, nos ponga en vereda. ¡Estos catalanes no aprenden nunca! La solución pasará por la fuerza y la imposición. Terrible. Millones de catalanes, desesperados, vemos como poco a poco se aleja la esperanza de pactar un mejor acomodo a nuestros anhelos e intereses. España, con su intransigencia, nos arroja al abismo. ¿Cómo acabará todo esto? ¿Acaso pretenden que millones de ciudadanos se resignen simplemente a pasar por el tubo? Creedme, la situación es explosiva; hemos alimentado lobos sedientos de sangre y nada bueno augura el tenebroso horizonte que se vislumbra. El destino, una vez más, despliega su funesta y terrible trampa.


3 comentarios:

  1. En España el mérito no se premia. Se premia al sinvergüenza, al ladrón. Ya decía Don Ramón del Valle Inclán

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  2. En España el mérito no se premia. Se premia al sinvergüenza, al ladrón. Ya decía Don Ramón del Valle Inclán

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  3. Por desgracia sí. ¿Cómo puede entenderse que aumenten los votos del PP en Cataluña, después de la gravedad de los hechos del ministro del interior, Fernández Díaz, conspirando contra Cataluña? Quiere decir que hay electores que aprueban el juego sucio, que son ellos mismos unos sinvergüenzas.

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