viernes, 20 de mayo de 2016

Las cuatro estaciones


Primavera
Amanece en el horizonte malva marino. Estalla súbita una atmósfera dorada. Despierta la bestia triunfante: el apoteósico disco solar emerge. La luz tiene una pureza primigenia. Un sol viril y joven se hace notar en las blanquísimas fachadas cubistas, con sus reflejos cálidos y anaranjados. El aire es cristalino, su frescura puede olerse, palparse con el alma. Es el principio del mundo.
Acaba de copular el astro con la inmensidad azulada del universo que despierta, y en la portentosa geometría surreal, nace Venus hermosa.
Del cálido y húmedo vientre de la tierra, brota el feto de su revolucionada raíz. Surge de la ciclópea lucha por la vida, renegando de las oscuras profundidades. Y anhela la etérea y soñada belleza de la luz. Verdes cotiledones se alzan al cielo en retorcidos espasmos. Y henchida la madre de fertilidad, sembrará un paraíso de perfumes y de formas. Estalla para el mundo la Edad de Oro, cuyo signo es la blanquísima luminosidad de los almendros.


Verano
Mediodía. Cegadora luz de un sol que aturde. Densa atmósfera abrasadora. Amarillo en los  trigales. Secano. El hipnótico riquirraca de las cigarras. Se arrapan las pitas amenazantes a los inmensos acantilados y en su rara belleza trasladan una hostilidad que seca la garganta y eriza la piel enfebrecida.
En el mar, sensualidad. El cristal del salitre en la piel. Embriagador perfume de algas y yodo. El suave sonido arrullador de las olas. La escórpora, pez misterioso de prehistóricas formas, enciende con su camaleónico fuego el placer más intenso del estío. Tiene su misterioso ojo negro, vivo y brillante, la profundidad del universo. Su sabrosa carne destila el Mediterráneo convertido en gelatina.
Mece el llaüt sus viejas costillas en el fondeo, mientras traquetea El taf-taf lejano de los motores marinos de dos tiempos. Más allá, ciñe al viento la ilusión de un nuevo puerto.
En las pulidas pizarras, despiertan al ávido oleaje del deseo las mórbidas formas de una ninfa. Pura sensualidad embrujada por el sol estival. Está tendida su hermosura junto a un mar convertido en millones de fragmentos; como espejos destellan la belleza de la luz.
Al atardecer, en la soledad monástica de los huertos, el embriagador aroma de los tomates y de la tierra recién regada. Los altos cipreses señalan la materia púrpura y rojiza tras los montes, mientras el mar es ya cobalto fundido. En breve, la inmensidad de la bóveda celeste mostrará su redondeada Edad de plata con el brillo afilado de infinitas estrellas.


Otoño
I
Enigma: El hombre es la medida de todas las cosas.
  
II
El vino es santo grial, pócima mágica, la piedra filosofal. Magia pura. Esconde en sus destellos de rubí los hondos secretos de la tierra. Decidme sino ¿qué otra cosa, creada de la mano del hombre, contiene y resume la naturaleza? Destilación del paisaje, es su imagen poética. Sello del mundo. Signo y metáfora de nuestra fuerza transformadora de la materia, para convertirla en una libación divina. Regalo para los sentidos. Origen de la pletórica bacanal de la vida. ¡Predispone a la alegría y momentánea locura de la embriaguez! Savia purificadora. Plenitud. Comunión con lo divino. ¿Qué otro brebaje oculta su belleza de forma tan seductora, forzando el viaje iniciático?
III
 Abre la tarde el colosal escenario del bosque otoñal con sus ocres, rojizos, naranjas, pajizos. Hayas y abedules, robles y encinas dibujan el vetusto color de la madurez en el cristal de los lagos. La lechuza observa con ojos atónitos. Negros nubarrones ciegan la luz del alma y hielan los corazones. Truena y retruena en la colosal campana del cielo. Retumba la ira del destino en la bóveda del mundo. Zigzaguea el relámpago en un sordo destello. Barre el valle un aire frío que presagiando tiempos más tristes descarga un portentoso aguacero. En la neblina de la atmósfera huele a húmedo sotobosque y a setas.


Invierno
Extiende el crepúsculo su manto de melancolía. La mar, ahora solitaria y vacía, sirve de lecho a gigantescos reptiles petrificados; Vivo mineral que el tiempo y el salitre han trabajado. Sopla la tramontana prometiendo, en el lejano escenario, un rojizo atardecer. En la recogida ensenada, las alegres gaviotas rasan con la punta de sus alas las aguas durmientes de la marea.
Es la bestia cansada que se sumerge en el sueño del ocaso. Que acaricia ya los oscuros límites de la nada.
Viejos y retorcidos troncos, abatidos por las violentas avenidas y trabajados por las rugientes mareas. Árboles desvestidos ya de sus ropajes vegetales, sometidos por efecto del salitre a una petrificación vegetal. Bruñidas esculturas, ¡Cuánto podrían explicar sobre las maravillas del mundo! Convertidos ahora en mudas osamentas, prefiguran su decadencia.
La luna pronto vestirá de plata la imponente estampa. Blancos pétalos de almendro ¿tan aprisa habéis marchitado? Y ya todo será como un sueño.


Paco Marfull


No hay comentarios:

Publicar un comentario