Sí, yo soy el que se lanzó a toda pastilla por la calle
Muntaner de Barcelona, el lunes 18 de julio. (Pinchar aquí). Me llamo Wolfgang Schäuble. Soy
ministro de finanzas de Alemania, ¡mi país! Estoy en España de vacaciones. En
esta fecha tan señalada, de nostálgica memoria, estábamos celebrando en
Barcelona el 80 aniversario de tan significado acontecimiento en la hermandad
germano-española, que se encuentra en la plaza de la Bonanova. Mediada la
mañana, corría la cerveza de Munich a raudales, que nos dispensaban bellas
señoritas de Baviera, cuando mi buen amigo y colega Jorge Fernández Díaz –a
quien aprovecho para felicitar por su brillante carrera al frente del
Ministerio del Interior—me filtró la siguiente información; al parecer, un
desaprensivo que atiende al nombre de Paco Marfull, acababa de publicar un post
en su blog Pensando en voz alta
(pinchar aquí) titulado ¡Heil! En este breve artículo subversivo, en el que se
me describe despectivamente, me compara nada menos que con Peters Sellers en un film de infausta memoria ¿Teléfono rojo?
Volamos hacia Moscú.
Enardecido y rojo de rabia, puse rumbo al domicilio del
subversivo. ¡Scheisse! Qué se ha pensado
este catalanufo – Me dije, no pudiendo dominarme. Así que, cegado por la
ira, me lancé calle Muntaner abajo con la intención de dar su merecido a
semejante mequetrefe. Detrás de mí venía en taxi mi amigo Jorge – que los
amigotes conocemos como el fuché—intentando,
desesperadamente, calmar mis ánimos. Inútilmente alzaba las manos, con grandes
aspavientos, sacando medio cuerpo fuera del taxi, que yo, cegado como estaba,
sólo pensaba en una cosa: dar caza al agitador y aplicarle un severo
correctivo.