Solemne sesión
en el Congreso para celebrar los cuarenta años de democracia. Discurso del Rey
convertido en una proclama propagandística contra la voluntad independentista
en Cataluña. Lamentable. Con estos discursos, el Estado remacha su voluntad de
criminalizar a los ciudadanos que piensan diferente. En una puesta en escena de
afirmación nacionalista --de un nacionalismo españolista, por supuesto--, los
poderes del Estado, la Monarquía y la Cámara de diputados, han afirmado sus
convicciones democráticas y su adhesión a la Constitución en un acto que, de
forma torticera, pretende demostrar que ellos son los verdaderos defensores de
la Constitución y la democracia y no los catalanes partidarios de encontrar un
nuevo encaje.
Una
manipulación tan sutil como mezquina y cobarde, pues no es cierto que los
ciudadanos catalanes que estamos indignados con la situación actual seamos anti
constitucionalistas o anti demócratas. Más bien al contrario, muchos de
nosotros luchamos en los años setenta por el advenimiento de esta democracia y
ratificamos entonces con nuestro voto la presente Constitución. Es más,
curiosamente veo muchas caras, hoy militantes en el PP, que en aquellos días
estaban del lado del franquismo más recalcitrante, no sólo contrarios a lo que
se estaba gestando sino claramente beligerantes con la nueva Constitución y el
orden democrático que estábamos instituyendo.
Así que lo de
hoy, además de vergonzoso, injusto y manipulador, es una muestra más del
cinismo de un Estado que ha orillado intencionadamente a una parte nada desdeñable
de la ciudadanía, no aceptando la diferencia de pensamiento que estos
representan. Así, mientras el gobierno incumple con su principal función, que
es la de dar salida a los conflictos democráticos que la sociedad plantea,
escondiendo la cabeza debajo del ala y rehuyendo su responsabilidad, cuando no azuzando
el fuego, el Estado abunda en la injusticia y muestra su talante intolerante al
abandonar a miles de ciudadanos que, impotentes, ven como, no solo no se da solución
a sus problemas, sino que se utilizan las instituciones de todos para criminalizarlos
y exponerlos ante el resto de los españoles como delincuentes.